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sábado, 29 de marzo de 2014

Lema del MMM. "Convicción 2014"



CONVICCIÓN 2014:    Es la fuerza que nos mantiene adheridos a la verdad. “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” Hebreos 11:1. Convicción se define como el convencimiento que se tiene sobre algo. Es lo que permite sostener un determinado proyecto hasta el final. Es también a lo que una persona se encuentra fuertemente adherida. Es un fuerte creencia de la que un hombre considera suficiente evidencia para considerarla cierta. Convicción significa la seguridad que tiene una persona de la verdad o la certeza de lo que piensa o siente. La expresión que el escritor a los Hebreos utiliza, se deriva del griego ελεγχος (elegjos), la cual significa certeza, verificación, prueba y convencimiento. De tal manera que al hablar convicción me refiero a la confianza y completa seguridad que una persona tiene en Dios y en su Palabra; a una creencia fundamentada; a la seguridad que Dios tiene el suficiente poder para realizar lo que ha dicho. Pero también el vocablo tiene implicaciones sobre el actuar, la manera de demostrar nuestras convicciones es a través de la forma en que actuamos. Una persona vive y actúa de acuerdo a las convicciones que tiene. Abraham es un ejemplo de convicción, el cual creyó a Dios, dejó a su tierra y a su parentela, y aunque ya era viejo y su esposa estéril creyó en la promesa de que Dios le daría un hijo. Incluso en el momento en que Dios le pide que sacrifique a su hijo, “el que ama”, no dudó, sino que temprano preparó todo y se fue en busca del monte que Dios le mostraría para dicho sacrificio, preparado ya todo, Dios intervino para que se detuviera porque estaba decidido a sacrificar a Isaac, Génesis 12:2. Todo esto porque estaba plenamente convencido de lo que Dios le había prometido, Romanos 4:21. Convicción es actuar en base a esa certeza, demostrar con hechos que es lo que se cree en verdad. Que podemos decir de: Josué quien en medio del descarrió y la idolatría del pueblo de Israel, les advierte que miren a quien van a servir, “pero yo (dijo él) y mi casa serviremos a Jehová” (Josué 24:15). Completamente convencido que ese era el mejor camino. José que a pesar de morir en la tierra de Egipto, mencionó a los hijos de Israel el éxodo, y tan grande fue su convicción, que los hizo prometer a los hijos de Israel, que cuando esto sucediera llevaran sus huesos de Egipto y lo enterraran en la tierra prometida (Hebreos 11:22). Pablo que afirmó con seguridad y certeza que nada le apartaría del amor de Dios que es en Cristo Jesús (Romanos 8:35-39). Nuestras convicciones definen quienes somos, revelan lo que para nosotros es importante. Vivimos un tiempo en el que muchos creyentes se rigen por sus preferencias, en vez de tener convicciones bíblicas que lo arraiguen a Dios, a su voluntad y a su plan. La verdad es que si hemos de vivir una vida, piadosa debemos tener convicciones bíblicas, pues la Palabra de Dios es el ancla inconmovible que en las tormentas nos ayuda a enfrentar cualquier idea errónea que hallaremos en nuestro camino. “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Timoteo 3:16). Cuando uno tiene convicción propia no se deja debilitar ni distraer sino que redoblara sus esfuerzos por servir a Dios fielmente. No aprovecha la desobediencia de otros como excusa para ir también por el mismo camino equivocado. Jamás se avergüenza de la Palabra de Dios sino que cree fielmente que después de la muerte le espera una corona incorruptible y no quita la mirada de esa meta. Pensamientos filosóficos como el relativismo que afirma que todos los puntos de vista son válidos y que la verdad es relativa al individuo; el pragmatismo que supone que el valor de las cosas depende de su funcionalidad, lo que funciona es válido no importando que reglas se tengan que romper; dichos pensamientos conducen a nuestra sociedad a evitar la idea de que realmente existe un bien y un mal. Con el rechazo de Dios, y el cristianismo en particular, la verdad absoluta está siendo abandonada y atacada. El sincretismo religioso es más evidente cada día. El evangelio verdadero de Jesucristo sigue adoptando ideas y formas totalmente ajenas que distorsionan lo que verdaderamente es. La influencia del nuevo ateísmo pretende socavar y destruir la fe en Dios y las verdades de las Escrituras. Ante esta nueva arremetida, la iglesia tiene que despertar y caminar con convicciones firmes, consciente de que Dios es real. Me parecen oportunas las palabras de John Stott cuando dice: “El postmodernismo es un desafío para la iglesia contemporánea. Nuestra convicción acerca de la revelación divina supone que tenemos confianza en que hay algo que es la verdad y estamos llamados a confesarla, a defenderla y a comunicarla. Necesitamos aprender tanto a pensar con claridad como sentir con profundidad. Queremos que nuestra mente, que nuestras emociones, nuestra conciencia… todo nuestro ser esté bajo el señorío soberano de Jesucristo”. Si queremos que las futuras generaciones sobrevivan en esta sociedad, debemos edificar sus vidas con principios bíblicos, a fin de que cuando ellos se tengan que enfrentar a todas las novedades, herejías y entretenimientos carnales que les brinde el mundo, puedan recordar lo que nos escucharon decir y nos vieron hacer. Por esta razón es necesario guardar la palabra de Dios en nuestra mente y corazón para no ser engañados. Sin importar la crítica, el rechazo, debemos mantener nuestra convicción firma en Dios. En medio del secularismo que se vive, se requiere de hombres y mujeres comprometidos, de firmes convicciones, que no se contaminen, que no se dobleguen ni adopten el estilo de vida de los demás, que sean inamovibles a las influencias y estándares sociales, que con sus hechos demuestren que Dios es real, fiel, justo y el salvador del mundo. El apóstol Pablo escribe a Timoteo y le dice que personas inmaduras y sin convicciones no sean puestas como ancianos, sino personas que sepan retener la palabra fiel confirme a la sana doctrina y que puedan enseñar a otros. “Como te rogué que te quedases en Éfeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina, ni presten atención a fábulas y genealogías interminables, que acarrean disputas más bien que edificación de Dios que es por fe, así te encargo ahora. Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida, de las cuales cosas desviándose algunos, se apartaron a vana palabrería, queriendo ser doctores de la ley, sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman.” 1 Timoteo 1:3-7. Amados si no aprendemos a rechazar todo aquello que atente contra la sana doctrina, entonces gradualmente iremos perdiendo y cediendo a los engaños de satanás terminando en compañía de los muertos. Apreciados compañeros de ministerio, un hombre de convicciones firmes no mezcla sus propias opiniones o sentimientos cuando predica o enseña las Escrituras, porque terminará conduciendo al pueblo a creencias erróneas y contaminadas. Si aspiramos a que futuras generaciones sobrevivan en esta sociedad corrompida y carente de principios y valores, es el momento de edificar nuestra vida y la vida del pueblo de Dios con fundamentos firmes basados en la palabra de Dios. Todo eso con el fin de que cuando ya no estemos, ellos puedan continuar esta labor recordando y enseñados a otros lo que nos escucharon predicar pero también lo que nos vieron hacer. Que Dios continúe bendiciendo y llevando hacia adelante esta gran Obra del Movimiento Misionero Mundial, que nos ayude a poner en práctica este precioso lema y a estar firmes. Rev. Gustavo Martínez - Presidente Internacional del Movimiento Misionero Mundial